29.11.07

¡Es un pájaro! ¡Es un avión! ¡No! Es...¡¿un judío?!



(…) en toda la historieta, de Superman a Spirit, no hay ninguna noción de lo étnico. Todo se reduce a la norma común estadounidense. El problema contemporáneo es que la cultura judía está definida con estrechez mental de gente estudiosa del Holocausto, el sionismo o la religión. Si uno se reconoce como judío, entonces la gente lo toma a uno como un religioso o un sionista. Al no ser ni lo uno ni lo otro, paso todo mi tiempo explicando que mis centros de interés son históricos y lingüísticos. La idea de una cultura judía y de una pureza racial fue inventada por los nazis. No existe ni raza ni cultura puras”, protesta Katchor. Y al escuchar a una jubilada exclamando frente a una plancha del Corto Maltés, observando unas inscripciones en hebreo: “¡¿Hugo Pratt también era judío?!”, y la lectura del cartelito especificando que la madre del autor era judía, es difícil ocultar cierta incomodidad, algo que a veces ocurre con algunas exposiciones del MAHJ. Este museo, que suele proponer muestras eruditas y curadas con minucia –como ésta– tiene por vocación organizar eventos que plasmen “la experiencia judía” del artista, un denominador común difuso a la hora de explicar cómo y en qué el concepto es definitorio. El ejercicio de selección de temas del museo deja a veces la sensación de un censo (¡Es uno de los nuestros!) aplicado a una identidad judía, por esencia esquiva, que no se deja catalogar satisfactoriamente a partir de criterios religiosos, históricos o culturales.

Y ahora…¿quién podrá defendernos?

Por Alejo Schapire para RADAR






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