La Modernidad es un juego de espejos - Un epílogo posible
Inocencio X, 1650
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599 - 1660)
Estudio a partir del retrato de Inocencio X por Velazquez, 1953
Francis Bacon (1909 - 1992)
Como el ouroboros, el punto de partida se confunde con el de llegada, y así volvemos a Velásquez, aquel que había definido a la modernidad en un juego de espejos. Pero trescientos años después, el reflejo que nos devuelve el arte es un reflejo distorsionado, deforme, oscuro. Bacon nos muestra al sujeto moderno, el de la razón, desdibujado, desgarrado por las contradicciones de su mundo. La angustia del ser, justamente, por ser.
El objeto de referencia es el Papa Inocencio X (1574 - 1655), aquel cuyo retrato lo revela tal cual fue: impaciente, ostentoso de un poder en pleno declive, temperamental, demasiado alejado de un Dios reemplazado por el Estado. Bacon dijo que el retrato le parecía unos de los mejores jamás pintados, estaba obsesionado y acechado por la obra. Decide reeditarlo, varias veces, siempre en formas oscuras. Bacon, a pesar de su paso por el arte abstracto, se niega a renunciar al cuerpo. Pero ese cuerpo ya no es el mismo, ha mutado, girado, retorcido sobre sí mismo. El cuerpo, su figura, existen, sí...pero sólo en el desgarramiento interior del mundo, del cual no hay escape.
El epílogo a la Modernidad nos muestra un horizonte oscuro. Su prisma deformado nos ha dejado miopes, sino es que ciegos. Nuevos dioses amenazan con ocupar el lugar de los viejos, para seguir reproduciendo la opresión salvaje, eterna, implacable, sobre cuerpos maltrechos. Hay, sin embargo, en este triste panorama, la posibilidad de una respuesta distinta, la de la multiplicidad ante la tiranía de lo UNO. La respuesta no está en la abdicación ante los nuevos dioses ni en la nostalgia por los viejos y derrocados, sino en la capacidad de entender la vida de un modo radicalmente diferente. La potenciación de la diferencia nos hace más humanos que nunca, y al mismo tiempo nos aleja de aquel humanismo trascendente que supo servir al Estado para constituirnos en el acá y el ahora. Desengañados del porvenir, el arte nos reivindica, nos alerta y nos revela otros caminos posibles: no se trata de cambiar al mundo, sino de cambiarnos a nosotros.
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2 Comments:
solo por preguntar, Francis es pariente de Kevin?
Son los mismos, sólo que pasaron su mente a otro cuerpo, y el tipo dijo "si ya fui pintor (¿qué pintor?), ahora quiero ser actor" Y ahí anda, bailando Footloose.
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