La Cinta de Moebius
La memoria es un espejo de fantasmas.
Muestra a veces unos objetos demasiado lejanos para ser vistos,
y otras veces los hace aparecer demasiado próximos.
Yukio Mishima (1925 - 1970), El mar de la fertilidad.
A los vivos les debemos el respeto. A los muertos les debemos la verdad.
Voltaire (1694 - 1778).
Hay en la memoria algo circular, un traslado no lineal de la cosa, una constante reconstrucción, un laberinto infinito abierto en múltiples direcciones - para perderse y para reencontrarse. Los dobleces de la memoria se desarrollan, antes que en una superficie, en un espacio: son cuatro sus dimensiones, siendo la cuarta el Tiempo. Como en una cinta de Moebius, el recorrido de un dedo sobre la línea de partida se transforma en su transitar. Su recorrido nos advierte, en una simple exploración, que aquello no tiene ni principio ni fin, y por lo tanto es eterno. Todo termina, indudablemente, al menos en una de sus formas. El Tiempo, y su paso, condenan todo al olvido. ¿Puede existir la eternidad sin el tiempo? Lo que permanezca, lo que muera, nos dará la respuesta.
Los cuerpos definen una forma, y en la forma la memoria, y en la memoria mil formas más. El ejercicio inmanente de la existencia (¡infinitas posibilidades!) nos define en nuestro devenir, ese ser/hacer con los demás (¡infinitas formas!). El ser felices – durísima tarea – se nos ofrece como el fundamento político de la existencia misma. Los cuerpos son un arma cargada de presente. En el aquí y el ahora, la muerte no es más que un mal encuentro.
Sobre Gilles Jobin/Paranofondation
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